Cuando decidí caminar desde Hidroeléctrica hasta Machu Picchu en lugar de tomar el tren, sabía que me esperaba una ruta llena de naturaleza. Pero lo que no esperaba era encontrar sorpresas arqueológicas a lo largo del camino. La mayoría de viajeros solo piensa en el destino final —Machu Picchu—, pero si prestas atención, este sendero también te regala pedacitos de historia inca.
Aquí te cuento lo que descubrí en los 11 kilómetros que separan Hidroeléctrica de Aguas Calientes.
La ruta sigue las vías del tren: es plana, tranquila y rodeada de selva. Es una caminata sencilla, con cascadas a un lado y el río Urubamba rugiendo al otro. Pero lo que realmente me sorprendió fueron las estructuras de piedra escondidas entre la vegetación.
En un momento miré hacia arriba y vi andenes tallados en la montaña, muy por encima de las vías. Más tarde supe que forman parte del complejo ampliado de Machu Picchu, zonas que los incas habrían usado para la agricultura o quizás con fines espirituales. Algunos lugareños incluso me dijeron que desde ciertos puntos del camino se puede ver el cerro Intihuatana (no confundir con el famoso reloj solar de Machu Picchu).
También noté muros pequeños de piedra que se camuflan perfectamente con el paisaje. Se cree que eran antiguos puestos de control o puntos de descanso para los mensajeros del Qhapaq Ñan, la red de caminos incas.
Esta no pasa desapercibida: la montaña Putucusi se eleva justo al otro lado del río frente a Machu Picchu. No la subí, pero verla desde el sendero ya impresiona. Era considerada una montaña sagrada, y aunque actualmente el acceso está cerrado por seguridad, solo contemplarla desde abajo me puso la piel de gallina.
A medida que me acercaba al pueblo, empecé a notar más señales de civilización: muros, escalones y senderos que claramente no eran nuevos. La mezcla entre la selva y los restos antiguos era surreal. Parecía que el camino entero susurraba la presencia de algo más grande a cada paso.
Muchos viajeros hacen esta caminata desde Hidroeléctrica con prisa, pensando solo en llegar a Machu Picchu. Pero si te tomas tu tiempo y observas con atención, verás que la historia también está en el camino. Desde terrazas ocultas hasta piedras antiguas que emergen de la selva, esta ruta no es solo una alternativa económica: es una experiencia única y mágica que te conecta con el legado inca antes siquiera de llegar a la maravilla del mundo.
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